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Sin duda lo acontecido este último fin de semana en la UTMB 2010 pone de relieve lo duro, imprevisible, épico y también complicado que es esto del mundo de la montaña, lleno de grandes ilusiones pero también de pequeñas decepciones a la vuelta de la esquina. Para cualquiera de los más de 5000 corredores que acudieron a la cita de esta carrera, poder estar en la línea de salida supone meses de trabajo, innumerables entrenos, el esfuerzo para organizarse y poder disponer del tiempo para llevarlos a cabo, las escapadas a la montaña, las competiciones en las que ir reforzando la confianza. Nada más sencillo y complicado al mismo tiempo, pero siempre con la ilusión por llegar lo mejor posible a la cita a finales del mes de agosto.
Seguramente, igual que nosotros nos ocupamos durante meses de ir preparando hasta los más mínimos detalles de la competición, los organizadores se ocupan durante ese mismo tiempo de hacer su trabajo para tenerlo todo bajo control. Nos envían correos informando sobre temas de seguridad, sobre nuestra preparación y tratan de que conozcamos la carrera como si ya hubiéramos reconocido su recorrido. Todo tiene que estar perfectamente ordenado en un evento como éste, que simultanea 4 carreras que atraviesan 3 países, con cientos de kilómetros que discurren por senderos de alta montaña con pasos a más de 2500 metros, con la necesidad de coordinar a más de 1000 voluntarios, y, además de todo eso… el tiempo.
En mi caso, como corredor y organizador, estaba no solo la posibilidad de participar en una de las mejores carreras del mundo, sino de poder observar desde dentro como funciona todo en una organización de este nivel. La UTMB es el modelo de carrera en el que se inspiran cientos de pruebas en todo el mundo, entre ellas nuestra carrera, la Cruzatenerife. Como desde enero tenía una inscripción para la carrera y una cita obligada una semana antes con el Embrunman, un triatlón de distancia Ironman también en los Alpes franceses, pues el objetivo estaba claro: intentar acabar las dos carreras. Atrás quedaban la preparación y las competiciones de triatlón, un par de pruebas largas de Ironman, algún maratón de asfalto y unos cuantos largos en montaña, siempre en competiciones sobre 42 km (Maratón del Meridiano, Gran Canaria K42, Aneto y Olympus Marathon), repartidos a lo largo del año. Ya en Francia, en Embrun, y por un problema mecánico me quedo sin la posibilidad de terminar la carrera, lo que demuestra que en las competiciones siempre hay que estar preparado para cualquier cosa. Lo único positivo de lo sucedido es que mis piernas iban a estar un poco menos cansadas para la siguiente. Antes de viajar a Chamonix, donde me encontraría con Toni y Javi que viajaban desde Tenerife, aprovecho para recuperar y hacer un par de salidas en montaña en la zona de Les Ecrins. En la llegada a Chamonix, como siempre cada mirada es una imagen para enmarcar. Ya había visitado esas montañas para hacer alpinismo, pero no conocía los senderos que le rodean en su totalidad formando el Tour del Mont Blanc, por donde discurre la carrera. El domingo tenemos preparado un entreno para conocer el último tramo de la carrera, así es que viaje a Vallorcine, subida al Tete aux Vents y regreso pasando por la Flegère. Día espléndido y un montón de fotos de grupo con el valle y los glaciares de fondo.
El primer subidón sería el martes a las 22.00 con la salida de la PTL. Bajo el arco de salida un selecto grupo de 77 equipos de 2 o 3 componentes que tienen que haber sido todos ellos al menos 2 veces finisher de la UTMB. Por delante 240km con 18000m de D+ y algo más de 4 días para completarlo. Todos mis respetos para esa gente, como decía Toni al verlos partir. Esa carrera va por un recorrido mucho más amplio que la UTMB y se desarrolló en su totalidad. A partir del miércoles ambientazo de corredores, muchos españoles y saludos a algunos conocidos de otras carreras. Nos encontramos con Miguel Heras y Nerea con quienes compartimos algunos ratos de charla en esos días previos y alguna invitación para salir a entrenar con ellos (¡Gracias pero no!, quiero acabar la carrera del viernes). Envío unas fotos y un saludo de parte de los corredores que hemos venido desde Tenerife: Jose Ignacio, Javi Cabrera, Jose Ramón, Jose Enrique Cabrera, Dani Rojo, Toni, Javi Hernández y yo mismo. Aquí vienen corredores de todo el mundo, así es que 8 representantes de una isla como la nuestra no está nada mal. Prometo enviar algunas noticias sobre la carrera. Esa es la parte que falta para terminar esta crónica…
El día de la carrera, a las 5.00 de la mañana llega un mensaje de la organización: ‘Atención, previsión de lluvias fuertes, viento y frío. Preparen material conveniente’. Faltaba una hora para que sonara el despertador, así es que ya no hacía falta. A las 7.30 salida para Courmayer para la salida de la CCC y justo antes de la salida prevista para las 10 empieza a llover. Parece que nos vamos a mojar. Esperamos tranquilos la cuenta atrás y cuando dan la salida la marea de corredores delante nuestro es impresionante. Toman la salida 1800 corredores. Hay tiempo para ir cogiendo ritmo, pero los 100km y 5600m de desnivel positivo aconsejan tomárselo con tranquilidad. Solo tardo 15 minutos en sacar la chaqueta. A pesar de la lluvia y el frío esta primera parte del recorrido es espectacular. Solo que el agua y el barro hacen que las subidas, con el paso de los corredores, sean cada vez más difíciles y las bajadas una pista de patinaje, así es que conviene ir lo más adelante posible. En los primeros 30km, casi la mitad del desnivel de toda la prueba y puesto 330 por el control de Arnuva, a punto de cruzar a Suiza. Desde aquí un tramo de carrera favorable donde la lluvia aflojó permitiendo correr y llegada a Champex (km 55) después de 8 horas de carrera y tratando de cumplir con el guión de mantener un ritmo cómodo hasta ese punto. Todos coincidíamos en que aquí comenzaba la carrera. Avituallamiento algo más largo, comida, cargar líquido y al salir de la enorme tienda una tremenda tromba de agua camino del inicio de la subida a Bovine, que resultaría lo más duro de toda la carrera. El sendero era un río de agua y cuando la subida finaliza el barro impide literalmente seguir por el camino correcto. En el plan estaba llegar aquí antes de la noche. Voy casi una hora por delante de ese horario, mejor no parar en el control que llueve mucho (aunque sin el fuerte viento que cogieron Toni y Javi cuando pasaron por allí) y afrontar la bajada y llegada a Trient. Llevamos casi 11 horas de carrera. De nuevo cargar comida, saco el frontal, cambio completo de ropa que me dura seca 10 minutos y a subir. No veo luces en medio de la lluvia hasta que llego a un grupo y subo a su ritmo. Es la penúltima subida larga de la carrera y ya sabía que después de la bajada y el paso por Vallorcine solo faltaban los 20 últimos kilómetros que ya habíamos entrenado. Llego a las 11 de la noche y voy en el puesto 150 de la carrera. Desde aquí hasta la cima de Tete aux Vents hay dos horas por delante, pero empieza un viento fuerte, lluvia en forma de tormenta y no se ve nada. La gente va bastante mal. La subida y sobre todo el tramo por la cima no se acaban nunca. Parecen una de esas carreras sin fin que aparecen a veces en los sueños. Llego a La Flegère muerto de frío, me ponen una manta térmica y estoy allí un buen rato. En ese momento la organización ya había decidido parar a todos los corredores que llegaban al control de Vallorcine, kilómetro 80 de carrera, cuando solo habían pasado menos de 300 corredores. Toni y Javi llegan allí sobre las 3 de la mañana y se encuentran con el panorama con el consiguiente mosqueo por no poder seguir hasta el final. Llego a meta después de 8 km de bajada y veo las llamadas de Toni que me cuenta lo de la suspensión y también de Jose Ignacio. Lo llamo y me dice que la UT que había salido de Chamonix a las 18.30 también la habían parado en el km 30 después de unas 3 horas de carrera por las malas condiciones meteorológicas. En ese punto Kilian y Miguel Heras iban en cabeza de carrera.
Cuando llego al apartamento a los corredores de la UTMB les habían mandado un mensaje diciendo que al día siguiente se daría una salida desde Courmayer para hacer una prueba más corta sobre los 90 últimos kilómetros del recorrido. Debido a la repatriación de los corredores de la CCC y de la UTMB, la organización solo podría trasladar hasta la salida a unos 1000 corredores. Finalmente toman la salida al día siguiente 588 inscritos en la TDS y 650 de la UTMB, con la ausencia de muchos de los favoritos, entre ellos Kilian y Heras (que decidieron irse a una carrera en Italia) y los corredores americanos. Las condiciones meteorológicas mejoraron respecto al día anterior aunque también tuvieron que luchar con la lluvia y el barro acumulado en el recorrido. La victoria fue para el inglés Jez Bragg con algo más de 10 horas y Lizzy Hawker en mujeres con Nerea Martinez segunda. Jose Ignacio Delgado y Jose Ramón Ortiz tomaron la salida haciendo una gran carrera, quedando en los puestos 50 y 62 de la general.
Efectivamente, dentro de unos años podremos decir que estuvimos en aquella edición de la UTMB que se tuvo que suspender por el mal tiempo, pero hay una cuestión tan elemental como cierta: el que no esté dispuesto a afrontar estos imprevistos que no vaya a correr a la montaña.
Y por si a alguno le sirve de inspiración, la alemana Julia Boettger se tomó 21 días para ir desde Munich a Chamonix para tomar la salida en la carrera. La particularidad es que lo hizo corriendo a lo largo de 800km y 42400m de desnivel en los que solo tuvo 5 días de buen tiempo.

Isidro Casanova

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